Un trabajo muy sucio (Christopher Moore)

«Charlie Asher caminaba por la tierra como camina una hormiga sobre la superficie del agua, como si, al más leve tropiezo, pudiera caer [...]».

Un trabajo muy sucio (Christopher Moore)
Reseña escrita en 2021 y publicada en 2024.

Un perro grande y negro aguarda de pie a que alguien le lance la pelota que tiene delante de él.
Portada diseñada por María Elena. Realizada a partir de imágenes libres de derechos de autor, obtenidas de Pixabay y editadas en Photoshop hasta conformar el presente collage digital.

Introducción

En Un trabajo muy sucio, Christopher Moore nos presenta a Charlie, el prototipo del macho beta por excelencia: un «don nadie» de constitución enclenque y con una férrea obsesión por evitar las desgracias. Sin duda, es el miedo a la muerte hecho persona: su exceso de control le hace tener manías que dificultan la vida de quienes le rodean. Por esta razón, quiere tanto a Rachel; ella sabe que él es un buen marido, a pesar de sus peculiaridades.

Los genes del macho beta han sobrevivido no gracias al enfrentamiento y la superación de la adversidad, sino gracias a que son capaces de anticiparse a ella y eludirla.

Argumento del libro

Rachel desciende de una familia judía. Su padre es un «pez gordo» en San Francisco, la ciudad donde su marido (Charlie) regenta una tienda de artículos de segunda mano. Si bien espera ser madre pronto, lamentablemente fallece al dar a luz a Sophie. El mismo Charlie es quien la halla muerta en la cama del hospital; sin embargo, lo que su marido no espera es encontrar a alguien más en la habitación donde yace su mujer: un hombre negro, muy alto, de corbata marrón y traje color menta que se hace llamar Minty Fresh.

Miró el suelo manchado de lágrimas y dijo:

Por eso en la mayoría de los tanatorios hay moqueta. Porque alguien podría resbalarse.

Minty Fresh, que se viste así en honor a un nombre que no debe a su atuendo, es el encargado de anunciarle a Charlie su nueva misión en la vida. Paradójicamente a sus miedos, Charlie es ahora un «Mercader de la Muerte». Como tal, su labor consiste en recoger «vasijas»: objetos que contienen el alma que debe entregarse a su nueva reencarnación.

Es curioso [...] que todos estos libros hablen del mundo material como si fuera insignificante, y sin embargo, yo tenga que recuperar el alma de la gente, que está unida a objetos materiales.

Esta labor es vital para mantener la Tierra a salvo de las fuerzas malignas del inframundo. Por eso, de ahora en adelante, Charlie debe guardar todas las vasijas que encuentre por la calle en su tienda de segunda mano, hasta que llegue el cliente adecuado. Esta misma tarea la hace Minty Fresh en su tienda de discos.

[...] estamos dispuestos a comerciar con lo que nadie quiere, a darle valor.

Por desgracia, algunos mercaderes han fallado y las almas han llegado a las fuerzas del mal. De hecho, últimamente Charlie ha observado que la presencia de cuervos en San Francisco ha aumentado y que las sombras aparecen y desaparecen arbitrariamente. El fin se acerca y la victoria depende de su hija, Sophie, y de los dos perros que —a modo de Cancerbero— acompañan fielmente a la niña.

No, señora, soy yo quien va a tener que insistir en que fallezca usted en este instante. Se ha pasado usted de fecha.

Opinión personal

No soy lectora asidua de novelas en las que un tema tan delicado y que tanto respeto merece, como es la muerte, es abordado con humor. Me gusta la ironía, que no el sarcasmo, pero el humor negro sólo en muy contadas ocasiones. Cuando se tratan temas relacionados con suicidios, maltrato animal, acoso escolar y cuestiones similares en gravedad, mis sentidos se ponen alerta: A ver, a ver, ¿cómo van a abordar la cuestión? Esto es lo que me pregunto.

Por ello, esta novela ha supuesto para mí una salida de mi zona de confort. Y me ha gustado. Desconozco si otros libros que hablan sobre asuntos tan trascendentales consiguen o no hacer humor de ellos o rebajarles la tensión, pero como el libro del que estoy hablando sí lo he leído, puedo decir que desde el punto de vista de alguien reticente a estas lecturas «innovadoras»— lo recomiendo.

Luego leyó un libro titulado «El último adiós» acerca de cómo suicidarse con una bolsa de plástico, pero no debía de ser un libro muy efectivo, porque vio en la contraportada que había dos secuelas.

Un trabajo muy sucio es poco usual, creativo, original, fresco e inquietante, porque es difícil que la muerte no lo sea, pero también es realista, cómico, cercano, amable, simpático y colorido. Yo le daría una oportunidad y procuraría no rechazar la sonrisa (y también risa) que su lectura provoca en ciertos momentos.

¡Enriquezca la lectura!

El escritor de este libro, Christopher Moore, se basó en las esculturas de la artista norteamericana Monique Motil para desarrollar la descripción de las criaturas y figuras que Audrey, uno de los personajes de su novela, diseña.

Las esculturas de Monique Motil, que sirvieron de inspiración para Un trabajo muy sucio, están creadas a partir de la combinación de distintas partes de animales (cráneos incluidos) que la artista viste con trajes de corte histórico.

No es que su propuesta artística encaje conmigo, pero como curiosidad, y por su relación con el libro, he creído conveniente apuntar aquí este detalle.

Agradecimientos

[...] decía Cervantes: saber sentir es saber decir. Palabras de Luis Landero en su libro El huerto de Emerson. Yo espero haber sabido decir lo que esta lectura me ha hecho sentir. Muchas gracias, visitante, por dedicar tiempo a este blog. ¡Nos vemos en la siguiente ocasión!