La sonrisa etrusca (José Luis Sampedro) VERSIÓN BREVE
(José Luis Sampedro)
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Portada diseñada por María Elena. Realizada a partir de imágenes libres de derechos de autor, obtenidas de Pixabay y editadas en Photoshop hasta conformar el presente collage digital. |
Introducción
Argumento (versión breve)
«El Sarcófago de los Esposos» es la reliquia que Salvatore contempla en el museo, de camino a Milán, hasta donde viaja para que el «Dottore» le cure «la Rusca», como él llama al cáncer que le corroe por dentro. Renato conduce el coche y Andrea espera la llegada del marido y del suegro con los brazos más bien cerrados. En la metrópolis, ante la perspectiva de una convivencia con una nuera excesivamente cosmopolita, delgada y «sin pechos», Salvatore se refugia en las recreaciones mentales de los campos sureños de su Calabria natal, encumbrados por el potente monte Femminamorta, testigo privilegiado del pasado de Salvatore como partisano: cuando luchó contra nazis y fascistas durante la Segunda Guerra Mundial; en tiempos de Hitler y Mussolini.
En La sonrisa etrusca, que recibe su título de la propia mueca que lucen los amantes de la reliquia que Salvatore contempla al principio de la novela, José Luis Sampedro nos muestra su faceta más humana como escritor. En esta ocasión, lo hace a través de la relación entre Salvatore y Brunettino: un vínculo en el que los extremos de la vida —abuelo y nieto; infancia y vejez— se tocan, como dos puntos generacionalmente distintos, pero no por ello distantes.
Unidos por sus propios lazos de sangre, y por la vulnerabilidad de la vejez y de la infancia, ambos construyen una relación de intensa ternura enmarcada en un contexto familiar con el que el lector puede identificarse en las fortalezas y debilidades de unos y otros personajes.
Salvatore se opone a la frivolidad milanesa con que Renato y Andrea educan al niño. Como «salvador» de Brunettino, el anciano partisano no duda en echar mano de sus experiencias militares para aleccionar al pequeño sobre los placeres de la vida y lograr evitar que su hijo y nuera hagan de su nieto un «medio hombre». Para tal misión, encuentra una camarada en Hortensia, viuda a quien Salvatore abrirá su corazón, y en quien hallará el apoyo que necesita en su batalla contra «la Rusca».
A solas con Renato desayunándose, mientras Andrea se duchaba, le preguntó por qué no dormía el niño con ellos, como han dormido toda la vida. Renato sonrió, condescendiente:
—Ahora se les empieza a educar más pronto. Deben dormir solos en cuanto llegan a esta edad, padre. Para que no tengan complejos.
—¿Complejos? ¿Y eso qué es? ¿Algo contagioso de los mayores?
Renato, piadosamente, conserva su seriedad y se explica en palabras sencillas, al alcance de un campesino:
—En suma, hay que evitar su excesiva dependencia de los padres.
El viejo le mira fijamente:
—¿De quién van a depender entonces? ¡Si todavía no anda, no habla, no se puede valer!
Hortensia complementa a Salvatore, a quien Brunettino ha convertido en un abuelo cuya sensibilidad y pasión por su nieto contrastan con el afecto sumamente controlado que su hijo y su nuera muestran al pequeño. Así pues, Hortensia se erige como cómplice de Salvatore.
Ahora bien, aparte de intentar educar a su nieto con unos valores más adecuados que los de su hijo y su nuera, la prioridad de Salvatore radica en que su Brunettino le llame «nonno» (abuelito). También, antes de irse en paz, necesita sobrevivir al Cantannote —vecino y enemigo acérrimo de su juventud— y oír «nonno» en labios de su pequeño Brunettino, que ya ha aprendido a decir «no»; sólo falta que aprenda a repetirlo dos veces seguidas.
«Nonno» será su primera palabra (propiamente dicha), antes que «mamá» y «papá».
Opinión personal
(Metáfora en la que Brunettino es la «hiedra» y Salvatore, el «olmo ya seco» y el «viejo tronco»)
Otras reseñas breves
Agradecimientos
[...] decía Cervantes: saber sentir es saber decir. Palabras de Luis Landero en su libro El huerto de Emerson. Yo espero haber sabido decir lo que esta lectura me ha hecho sentir. Muchas gracias, visitante, por dedicar tiempo a este blog. ¡Nos vemos en la siguiente ocasión!